miércoles, 20 de junio de 2018

Alemania vs. México


Llegué toda jetlagueada después de un mes en Italia a lo que pensaba sería mi departamento vacío. En ese entonces tenía dos roomies: uno alemán y otro francés. El francés estaba en parís y el alemán vivía con su novia y solo usaba su cuarto de backup  por si cualquier cosa fallaba en su relación.
Llegué una madrugada de viernes a morir a mi cama, y cuando al fin desperté por la mañana salieron dos alemanes del cuarto de mi roomie ausente.

-hola!, somos amigos de Nik, estamos aquí por el fin de semana, vivimos en Guadalajara – (con sonrisa y acento alemán fuerte)

Supongo que fue una sopresa para los tres, Nik pensaba que el departamento estaba vacío y no se preocupó en preguntarme o al menos avisarme que sus amigos se quedarían en mi casa.
No podía quejarme, era una situación medio extraña, despertar y tener dos modelos de Abercrombie en tu casa, no es algo que pase diario.

Esa noche fui por primera vez a uno de los bares más extraños de esta ciudad, ese lugar giratorio encima del WTC bajo sugerencia de la novia de Nik. Misma locación donde años después conocí al señor perfecto, que de él después cuento.

La cita era mi roomie, su novia, sus amigos y yo.  Me di cuenta que a los dos les gusté, no es novedad que el atractivo de una mujer aumenta o disminuye inversamente proporcional al número de hombres presentes.

Me acuerdo que me gustó más A, pero B era insistente y al final de cuentas eran amigos, regresamos a mi casa ya con varios drinks encima y A sugirió fuéramos al balcón a seguir tomando, les dije que sí y me metí a mi cuarto a dormir.

El día siguiente A se quejó de que no salí como prometí,  la verdad sabía que solo se quedaban una noche más y no quería que la situación fuera incómoda por haber hecho algo con alguno de ellos, además ya teníamos plan para ver a Nik y a su novia.

Talvez A notó que me había gustado la noche anterior, y todo el día estuvo dando vueltas por el departamento sin camisa, como ninguno de mis otros roomies hombres lo había hecho jamás.
La segunda salida hice mucho más evidente mi interés por A, entonces B permaneció en  segundo plano como todo hombre derrotado por el  amigo más guapo.. Porque al final de cuentas los dos estaban MUY guapos, solo que A un poco más.

De regreso en mi casa B entendió que le tocaba dormir solo mientras A y yo nos quedamos en la sala, en ese jugueteo decidí ir por B y  darle el papel de espectador. Para mi sorpresa fue el mismo A quien sugirió que B participara. Era evidente que los tres estábamos en un territorio desconocido, pero B era el más perdido,  para cuando fui a buscarlo tuve que despertarlo por lo que estaba además de borracho modorro.

Esa interacción entre tres personas no duró muchos segundos, B pasó de 0 a 100 rapidísimo y sin avisar, y A también recibió parte de su excitación precipitada.

A se freakeo, no sabía ni como decir en español lo que acababa de pasarle y solo dijo “tengo bebes de B en la cara”  B por su parte no paraba de reír y cuando vio que su amigo seguía en su shock supongo que dejó de ser cómico y aplicó el irse a dormir.

Ese día A durmió conmigo. Volví a verlo una que otra vez que regresó al DF,  después tuvo una novia mexicana celosa y  ahí acabó como la mayoría de mis historias.

martes, 19 de junio de 2018

Pretenciosa


Más de una vez he utilizado esta palabra para definirme, sé que me siento muy chingona pero al final de cuentas todo es ficticio.

Ya he compartido que mi trabajo está relacionado con la moda.  ¿Qué trabajo podía ser más superficial y pretencioso que la moda misma? No soy fan de ponerme en el spotlight, por eso el primer sentimiento que pasa por mi mente antes de una entrevista donde hay cámaras involucradas es rechazo. No me emociona, tampoco me asusta, pero prefiero permanecer detrás de mi trabajo y que este hable por sí solo.

Pero aceptémoslo: La mamada es la mamada, y hay que hacerle a la mamada para trabajar en esta industria.

-ya viste tu entrevista?-

La pienso tantito antes de darle play, se me revuelve el estómago, odio verme en video, me inunda un mar de pensamientos autocríticos de mi apariencia física los primeros segundos de  verme en la pantalla.

Le pongo mute a mis inseguridades y me concentro en escuchar la entrevista. Me gusta lo que veo, me gusta su lenguaje corporal y su seguridad al hablar,  sin poses exageradas, ni acentos falsos, aparentemente sabe de lo que habla y le apasiona su trabajo, veo justo a la mujer que me gustaría llegar a ser.

En qué momento la pretensión se convierte en realidad? Por desgracia la humildad nunca ha sido una de mis virtudes.